Cada vez que viajo trato al menos de madrugar una mañana. No es fácil, confieso que me cuesta, pero siempre ha valido la pena. La luz de la mañana es única, permite apreciar todo con colores más puros. Esta pareja de gaviotas estuvo mucho tiempo jugando entre ellos... y escapando de las olas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario